Lenin
Moreno ha llegado a Carondelet a tergiversar lo que había dejado Correa, que el
país no está como él lo dice, que la crisis es real, que los problemas son
abundantes, etc. Los problemas de corrupción que aparentemente no existían,
ahora salen a la luz, ¿el pueblo hizo una buena elección?
Hace
poco, Moreno fue destituido como presidente de Alianza País, Correa lo acusa de traidor
por haber cesado de sus funciones al vicepresidente electo Jorge Glas y por
querer dialogar con otros movimientos políticos debido a que se denomina, “el
presidente de todos”, ya no tenemos sabatinas ni exceso de propaganda como
antes, los medios se sienten “más libres” y podemos “respirar aires de
tranquilidad”.
La
consulta popular ha llamado la atención de todos, de ganar el sí, se revocaría
la decisión del 2015 acerca de la reelección indefinida, se eliminaría la Ley
de Plusvalía, se prohibiría a los corruptos participar como candidatos a
gobernar, etc.
Más
allá de los aparentes hechos hay un dilema que aún no se resuelve, las coimas
de Odebrecht, desde que llegó Moreno al poder solo se ha observado intentos por
develar a los corruptos, pero no ha caído ninguno, el tío de Glas está a pocos
días de que se le termine la prisión preventiva y sus abogados aseguran que
luego de ese plazo no habrá ley que lo retenga dentro del país.
La
verdad de todo esto es que fuera de lo que esté pasando dentro del movimiento
político ecuatoriano “más fuerte” de este siglo la opinión de la sociedad está
dividida y abrumada, no es para menos, al parecer estamos volviendo a lo de
antes o quizás estamos ante un presidente que desea el bien para todos con
acciones que aparentemente son lentas y desviadoras.
Estamos
observando temor por quienes hasta hace poco se sentían dueños del poder ya
que, con menos ruido, pero más peso, Moreno ha demostrado que puede derrotar la
unión de unos cuantos por el bienestar de la mayoría y a falta de 3 años y 6
meses de mandato solo podemos decir que él no es de izquierda ni de derecha.